El “Caso Yutronich”, a punto de prescribir

El 24 de agosto se cumplirán 12 años de los brutales asesinatos de María Cecilia Santesso y de su hijo Marcelo Yutronich. El próximo 24 de agosto se van a cumplir 12 años de los brutales asesinatos de María Cecilia Santesso de Yutronich y de su hijo Marcelo Yutronich, acaecido entre la noche del 24 de agosto de 1996 y las primeras horas del día siguiente. FOTO: Así era la casa de los Yutronich.

 La causa, radicada en el Juzgado de Instrucción en lo Penal Nro. 2, está a punto de prescribir por el paso del tiempo, ya que durante estos años la investigación no avanzó. Pese a la numerosa información vinculada a los hechos que en su momento obtuvo el personal de la División Homicidios de la Policía de la Provincia, la que está consignada en el expediente, parece que no alcanzó para que la Justicia dictara algún tipo de resolución que permitiera identificar a los autores materiales e intelectuales.

 Ni siquiera parece que sirvieron las expresiones públicas que en su momento efectuó el empresario Juan Octavio Marcuzzi, publicadas por LEA, quien sindicó como presuntos responsables de esos crímenes a los miembros de la misma banda que asaltó su carnicería y mató a su hijo y a un oficial de la Policía de Jujuy la noche del 23 de diciembre de 1997. El expediente del «Caso Yutronich» se encuentra «cajoneado» en un despacho del Poder Judicial, según manifestó en los últimos días una fuente oficiosa.

 En un primer momento se pensó que las afirmaciones de Marcuzzi llevarían a la agente fiscal María Mercedes Cravero de Savio a promover nuevas medidas investigativas, pero ello no ocurrió. De todos modos, aun muchos creen que si se profundiza la pesquisa podrían quedar al descubierto otros hechos delictivos de igual gravedad que el consignado, algunos de los cuales podrían tener vinculación con el tráfico de estupefacientes.

 Lo que se sabe es que en la causa por el crimen de los Yutronich habrían dos identikit de los presuntos autores materiales, aunque aún falta determinar quienes fueron los instigadores, dado que el hecho tuvo todas las características de ser dos asesinatos por encargo. En este contexto, no se desestima la posibilidad que los supuestos autores intelectuales hayan sido personajes vinculados al poder político de aquella época.

 Cronología de los hechos

 Alrededor de las 20 del 24 de agosto de 1996 Cecilia Santesso de Yutronich regresó de misa a su casa, manifestando que debía preparar comida para unos amigos que esa noche su hijo Marcelo había invitado a cenar, tras lo cual tenía previsto participar en una reunión social que se iba a llevar a cabo en la casa de unos amigos. Al llegar a la vivienda, aparentemente, se encontró con alguien conocido, a quien le permitió que entre al inmueble a esperar a su hijo. Esta persona habría sido la que momentos más tarde les habría abierto la puerta a los criminales, quienes sometieron a toda clase vejámenes a la anciana.

 Uno de los policías que participó en la investigación le dijo a este Periódico que al parecer, a la mujer la flagelaron mientras le preguntaban algo que ella desconocía. En ese contexto, entre otras cosas, le aplicaron 15 puntazos con un arma blanca en distintas partes del cuerpo. «La torturaron durante toda la noche», precisó, tras lo cual subrayó que en esas circunstancias habría llegado el joven de 30 años a la vivienda «a quien también lo torturaron del mismo modo». Aseveró que en la madrugada del 25 de agosto Cecilia Santesso fue asesinada al serle fracturada la columna cervical, mientras que a su hijo lo habrían sacado con vida del inmueble y a bordo del automóvil de la familia, un Fiat 128, color blanco, lo habrían conducido hasta un local existente en el barrio San Pedrito, donde existía una cámara frigorífica, donde lo siguieron torturando. Allí lo habrían mantenido con vida aproximadamente 24 horas, hasta que perdió la vida al recibir un balazo de un revolver calibre 22, cuyo proyectil ingresó por uno de sus ojos y se le alojó en el cerebro. Posteriormente el cuerpo fue ocultado por 48 horas en la cámara frigorífica, hasta el jueves 29 de agosto, día en que fue abandonado cerca del dique La Ciénaga. Un lugareño de la zona que más tarde pasaría por el sector descubrió de casualidad el cuerpo sin vida y de inmediato radicó la denuncia en la Seccional Octava de El Carmen, donde poco después se constituyeron sus efectivos, junto a un médico forense. Al profesional le llamó la atención que pese a que la muerte se habría producido por lo menos 48 horas antes, el cadáver del joven «no tenía mal olor». Después, la pesquisa habría revelado que eso fue así porque el cuerpo habría permanecido en la cámara frigorífica.

 Al día siguiente, alrededor de las 17.30, los uniformados de guardia en la Seccional Primera de esta capital, recibieron un llamado telefónico anónimo que daba cuenta que a media cuadra de la comisaría, en la intersección de las calles Arenales y Patricias Argentinas, habían dejado abandonado el automóvil de la familia. Los peritos en Criminalística encontraron en el rodado rastros de cabellos y en el cenicero colillas de cigarrillos con pinturas de labios. El vehículo fue secuestrado y conducido a la Dirección de Investigaciones, desde donde posteriormente fue retirado por los familiares de Cecilia Santesso, quienes, dicho sea de paso, nunca quisieron constituirse en actores civiles en la causa penal para activar la investigación, aunque sí se encargaron de cobrar la herencia.

 La masacre de los Yutronich fue descubierta alrededor del mediodía del lunes 26 de agosto por un amigo de la familia, quien concurrió a la casa, ya que durante el fin de semana no se había podido comunicar con ellos. Al tocar el timbre de la vivienda en reiteradas oportunidades y al no obtener respuestas, sospechó que algo había ocurrido. Por eso llamó a un cerrajero para que abriera la puerta y al ingresar se encontró con un cuadro dantesco: charcos de sangre por todos lados y el cuerpo sin vida de la anciana, envuelto en una frazada, se encontraba en un depósito. Inmediatamente denunció el hecho y a los pocos minutos se constituyeron en el lugar los efectivos de la Seccional Primera al mando de un comisario de apellido Guzmán, quien rápidamente convocó al ya fallecido juez de Instrucción de turno, Oscar Máximo Aramayo.

 Durante la requisa se comprobó que no faltaba absolutamente nada, por lo que desde un principio se descartó el móvil del robo. No obstante, los uniformados habrían encontrado un casete que inmediatamente fue secuestrado por el magistrado y llevado al Juzgado. ¿Qué contenía ese casete fílmico? Nadie lo sabe. Solo el juez lo sabía, quien se llevó el secreto a la tumba. De allí se deduce entonces que los criminales lo que buscaban era precisamente ese casete, que habría sido grabado por Marcelo Yutronich.

 Cuarenta y ocho horas más tarde el magistrado dispuso que la Seccional Primera cesara en la investigación y que remitieran las actuaciones en el estado en que se encontraban a la División Homicidios de la Policía de la Provincia, en ese tiempo a cargo del comisario Rubén Gutiérrez, cuyo personal llevó a diversas tareas investigativas.

FUENTE: PERIÓDICO LEA (www.periodicolea.com)

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